viernes, 29 de julio de 2011

Jililí, el centro en el que se complementan la educación formal y la vida en el campo



Texto: Natalia Puga
Video: Wilson Morales

Ayabaca (Perú).-  "En el entorno de las escuelas del sector rural, se dan relaciones que vinculan los modos de vida de la población, en sus ambientes social y productivo, con las demandas y necesidades de la educación formal que aquellas ofrecen". Con este planteamiento se puso en marcha en trece instituciones educativas de Ayabaca la PMER (Propuesta Metodológica Educativa para la Escuelas Rurales). Con el programa ya avanzado, se ha podido constatar que "permite fortalecer capacidades". 

El profesor Medardo Liviapoma ha sido el impulsor en el sector de Jililí y define la PMER como "una propuesta muy interesante porque se trabaja a través de técnicas especiales facilitadas por los talleres de Escaes y Ayuda en Acción" y apuesta por un nuevo concepto de enseñanza en el que "los profesores tienen que trabajar mucho en el aula y dejar poco para que los padres trabajen en casa porque muchas veces no tienen tiempo". 

"Se está mejorando el aprendizaje de los alumnos, la participación de la comunidad organizada", señala, y atribuye el mérito a que "hay un empoderamiento de los docentes a través de capacitaciones e intentamos que se implique toda la comunidad". Es el ejemplo de que se han dado pasos hacia el objetivo perseguido: "mejorar los servicios de educación en términos de su calidad, cobertura y gestión institucional en poblaciones rurales que se encuentran en condiciones de marginación y vulnerabilidad".

Desde su despacho, ubicado a escasos metros de la institución educativa de Jililí, el profesor Liviapoma, relata los beneficios aportados a los niños que tienen oportunidad de asistir a estas instituciones, pues son pequeños campesinos que habitualmente contribuyen a la economía familiar colaborando en las tareas del campo y deben conjugar esta actividad laboral con su asistencia a las aulas. 

Las estrategias y métodos innovadores para la educación rural propuestos por la PMER son fruto de una necesidad impuesta por el propio medio, en el cual las rutinas y exigencias de la vida en el campo se relacionan extrechamente con las de la educación formal. Ser niño en una zona rural no permite las mismas oportunidades que serlo en territorio urbano, pero los derechos de uno y otro infante deben ser los mismos. Esta propuesta aúna derechos de la infancia, necesidades de una buena educación para el desarrollo y adaptación a la vida en el campo.

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