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viernes, 22 de julio de 2011

La autoestima femenina planta cara al machismo



Natalia Puga, Ayabaca (Perú).- Las mujeres de Ayabaca están "conociendo el derecho de la mujer, el derecho a tener nuestra autoestima". María Eulalia Beliz Cumbia es uno de los máximos exponentes de este cambio de mentalidad que empieza a percibirse tanto entre la población femenina como en la masculina de este distrito. En su caso, "en nuestro hogar lo hacemos todo de mano a mano, las tareas del campo, la casa, el cuidado de los niños y tomar decisiones".

El camino hasta lograr esta nueva situación no ha sido fácil y son muchas sus vecinas que aún "reciben golpes de sus esposos por querer aprender a leer y a escribir", pero María Eulalia lo ha logrado a los 48 años. Atrás queda la transición que empezó cuando tenía 25 y ya llevaba diez casada, un día en que pidió a su marido, Filiberto Riverto, que le dejase acudir a una charla formativa de Escaes-Perú.

Desde entonces, ha participado en numerosas capacitaciones de esta ONG, tanto organizadas de forma autonónoma como en colaboración con Ayuda en Acción y se ha convertido en una experta partera a la que recurren muchas mujeres que no son capaces de tener a sus hijos solas, como es práctica habitual en la región: "desde 1989 he salvado varias vidas, tanto de madres como de hijos".

En este proceso contra el machismo ha jugado un papel importante el Círculo de Cultura de Ambasal, un punto de encuentro en el que todos los fines de semana se reúnen las mujeres del pueblo y reciben formación para combatir el analfabetismo o conocer la historia de su región y conservar su identidad cultural. El modelo se ha exportado a varias localidades de Ayabaca y ha logrado grandes éxitos como el de Rocendo Cumbia que con 74 años acaba de aprender a escribir.

Mujeres del Círculo de Cultura de Ambasal.
Imagen: Wilson Morales
En casa "como una cenicienta"
"Yo quise estudiar, pero nuestros padres antes no nos mandaban a la escuela. Tenía buena memoria, pero mi padre me dijo: 'vaya a limpiar, ¿para qué quiere ser profesora o ingeniera?' Ahora estoy aprendiendo a leer y a escribir. Ya puedo firmar porque con los tres meses que fui a la escuela de pequeña leía los periódicos y algo entendía, pero no podía escribir".

Este es el drama que Rocendo Cumbia, la mayor del Círculo de Cultura de Ambassal, pero muchas compañeros comparten experiencias similares. "Antes, cuando te casabas, te metías en la casa como un cenicienta. Y si te peinabas y maquillabas ya te decían si ibas a ver al mozo", relata con una sonrisa pilla una de las anfitrionas.

"Mi esposo ya se ha dado cuenta de que estaba equivocado, pero muchos aún no ven que pueda ser útil venir al Círculo. Algunos pegan a sus mujeres porque no quieren que vengan al estudio", añade Lisbe Tronco, del Círculo de Mujeres de La Loma de Los Patiños, creado en 2010. Rusmila Vicente, de 64 años, se encuentra el machismo en otro punto inesperado, sus propios hijos: "no les sgusta que venga".

"Algún día llegaremos a ser alcaldesas"
"Algún día llegaremos a ser alcaldesas", suelta una voz que no llega a identificarse entre las 20 mujeres de Ambasal que explican los beneficios que han obtenido en este Círculos. "Las clases de autoestima son fundamentales", pero no se olvidan de que sus vidas también han mejorada gracias a proyectos como la implementación de Viviendas Saludables en todo el valle.

Gracias a este programa que Ayuda en Acción también ha puesto en marcha en otras zonas de Perú, las familias dejan atrás los hogares de un solo habitáculo, sin ventilación, con cocinas de piedras que propagaban los problemas respiratorios entre la población y con escasas condiciones higiénicas. El proyecto les facilita los medios para instalar nuevas cocinas libre de humos de leñas y letrinas y facilita formación a toda la familia en salud preventiva y en los beneficios de contar con una casa distribuida de tal forma que la pareja y los hijos tengan cuartos separados y los corrales se ubiquen en el exterior.

En Ayabaca, esos corrales mantienen fuera del hogar a animales menores, reduciendo, de esta forma, el riesgo de que le contagien enfermedades, y se ha dotado a las familias que se han acogido a este programa una camada de cuyes. Junto con la asesoría para mantener un huerto saludable con productos orgánicos y las clases de nutrición para mejorar la dieta de la familia, se ha logrado que "ahora tengamos unas mejores condiciones de vida". Así lo relata en este video María Eulalia Beliz.

viernes, 15 de julio de 2011

“A mi madre le explicaron de forma errónea mi hemofilia y vivía asustada. Hay que evitar esto"

Gavidia gestiona con su equipo el acceso
de los hemofílicos de Perú a los concentrados
 del factor VIII, su único tratamiento.
Imagen: Wilson Morales
Natalia Puga, Lima (Perú) .- “Cuando empecé a gatear aparecieron los primeros moratones y cuando empecé a caminar y me caía ya eran demasiado grandes, así que mi mamá me llevó al hospital. El doctor ya pudo intuir algo y me hicieron exámenes médicos. Tenía Hemofilia severa. Mi mamá era muy joven, tenía 21 años y le explicaron de forma errónea mi enfermedad, así que vivía asustada. Nosotros estamos trabajando para ayudar a los padres, informárles bien y que estas situaciones no vuelvan a suceder”.

Diego Gavidia tiene tan sólo 25 años, es el presidente de la Asociación Peruana de Hemofilia y aunque su formación académica está vinculada al mundo de la Publicidad se ha convertido en un verdadero experto en todos los aspectos sanitarios, sociales y asistenciales vinculados con esta enfermedad que calcula que “afecta a uno 1.500 peruanos”

Desde muy joven, junto con su amigo Javier Álvarez, también con hemofilia severa, se ha implicado activamente en la asociación y aunque trabajan en muy diversos campos su primera obsesión es “hablar mucho con los padres, explicarles lo que pasa. A nuestras madres les dijeron que no podríamos estudiar y que tendrían que estar atadas a nosotros y cuidarnos de por vida. A la vista está que no, así que le transmitimos que sus hijos pueden tener una vida normal. Además, trabajamos con las madres y su autoestima porque ellas se sienten culpables de lo que pasa a sus hijos porque son sus genes los que la trasmiten”.

Sus vivencias infantiles y adolescentes le dan la autoridad moral como para realizar estas asesorías familiares. “Tengo recuerdos de la más temprana infancia con toda la cama empapada de sangre por sangrados morales. A los 11 años un hematoma me dañó los huesos, se enquistó y hubo que extraerlo. Tuve que operarme y el diagnóstico era que tenían que cortarme la pierna, pero después de 30 entradas en quirófano me la salvaron”.

Esta vivencia, así como el momento en el que se hizo inmune al Factor VIII, el tratamiento más común para la hemofilia, los dos años que pasó en silla de ruedas por un daño articular avanzado o la temporada en la que no podía separarse de una muleta marcaron su corta vida hasta el momento, especialmente, por la situación sanitaria que vive Perú: la sanidad pública no facilita el tratamiento para su enfermedad y “conozco a un chico que trabaja todo el mes, no está mal pagado y sólo gana para comprarse dos ampollas. Para una caída normal, necesitas ocho o doce, según el peso”.

Gavidia hace una vida normal pese a su hemofilia severa.
Imagen: Wilson Morales
“La experiencia es traumática”
“Al saber qué se siente viviendo sin tratamiento, es una experiencia tan traumática que te lleva a trabajar como voluntario en la asociación”, explica. Ahora es el presidente de esta entidad que ya tiene 37 años de vida y que desde 2007, con los dos últimos presidentes, ha experimentado unos avances “que ni nos podíamos imaginar hace cinco años”.

Las alianzas con asociaciones como la Asociación Gallega de Hemofilia (que ha financiado el fortalecimiento de la entidad con fondos de Cooperación Galega) o los convenios con empresas farmacéuticas y con el propio Ministerio de Salud les ha permitido tener algunas reservas de Factor VIII para atender urgencias del censo de pacientes con hemofilia que tienen (901 en julio de 2011) y que “cada día tienen una urgencia, cada semana entra alguien con algún problema”

Por primera vez en la historia, han logrado que el Gobierno ecuatoriano adquiera las ampollas de tratamiento para administrar de forma gratuita: “han adquirido 9.140, han invertido 2,1 millones de soles y hay tratamiento para siete u ocho meses”. Les ha costado meses de conversaciones que entiendan que “tener el tratamiento y trabajar en la prevención es al final mucho más económico porque si no un niño con hemofilia no recibe tratamiento se pasa la mitad del año en el hospital, sus padres tienen que dejar su trabajo…”.

Esta concienciación se ha complementado con un trabajo de campo con los profesionales de la salud que les permiten la detección temprana de la hemofilia, pero son conscientes de que aún les queda mucho trabajo por hacer, sobre todo, en las zonas rurales de Perú, donde “mucha gente se muere desangrada por falta de tratamiento y diagnóstico”. Esta patología calificada entre las ‘enfermedades raras’ ha sido un motivo frecuente de emigraciones internas en el país: “familias enteras se desplazan a Lima porque desgraciadamente aún nos queda por trabajar y la hemofilia aún se desconoce como enfermedad en buena parte del país”.

Click para conocer el perfil técnico de la Asociación Peruana de Hemofilia.

jueves, 14 de julio de 2011

El sexagenario que se ‘atrinchera’ por una educación virtual

Los escolares de 'Rosa de América' se olvidan de la pizarra y la tiza.
Imagen: Wilson Morales
Natalia Puga, Lima (Perú).- Juan Mateo Zúñiga descubrió Internet hace tres años, cuando tenía 57, y gracias a una maestra poco habitual: su hija con parálisis cerebral. Cuando la vio utilizando un ordenador pensó “si ella puede, ¿por qué yo no?”. Su hija le ha enseñado que “todo es posible”.

El lema que han tomado como suyo todos los habitantes del distrito de Lima en el que reside y dirige un colegio, Villa el Salvador, le dio el empujón definitivo: “Nada tenemos, todo lo hacemos”. Desde aquel día, se ha erigido como máximo defensor de la virtualización de la educación.

      - ¿Cómo es posible que a su edad y en un distrito donde sus 350.000 habitantes apenas tienen ordenadores tenga esta filosofía educativa?
      - La educación y el aprendizaje no tienen edad. Yo sólo busco mayores posibilidades de educación para los niños y promover ese modelo entre los docentes: que se olviden de la pizarra y la tiza. Les he planteado que Internet está lleno de recursos que multiplican sus posibilidades pedagógicas.
       - Los padres no lo verán como una necesidad…
       - Al principio, los tienes que enamorar, que no lo vean como una inversión, sino como una apuesta por la educación de su hijo. Ahora aportan una cuota fina al mes para mejorar los recursos.
       - Los otros colegios de Villa el Salvador no compartirán esta filosofía.
       - Desde el año 2007 ya he conseguido cinco ordenadores, tengo un aula y un docente preparado para el mantenimiento de los equipos y desde 2010 tengo Internet en el centro. Lo hago para que el resto de los colegios lo vean. Si los docentes y los papás lo ven positivo, podremos avanzar mucho.

El proyecto educativo fortalece las competencias y habilidades sociales del alumnado.
Imagen: Wilson Morales
Juan Mateo Zúñiga no sólo ha querido situar a su colegio en el siglo XXI de la digitalización de la educación. Es un auténtico precursor en este campo y aspira a que ‘Rosa de América’, el centro que dirige, “sea el primero de todo Perú con ordenadores dentro de las aulas”.

Mientras no llega esa era virtual, sigue trabajando por tener las condiciones más dignas y proclives para impartir la enseñanza en su colegio. En 2009, el Fondo Gallego de Cooperación y Solidaridad le ayudó a construir y equipar un aula para la educación integral de niños de cuatro años y en ella va haciendo los primeros avances. Su próximo reto es tener un centro en el que los niños “estén aquí desde los 0 años, sea una cuna escuela” y, para luchar contra el ausentismo escolar, “que vean esto como un lugar agradable para estar, que se entretengan y aprendan, pero no se quieran ir”.


La educación formal e informal fuera del aula confluyen.
Imagen: Wilson Morales
Deben ser muy evidentes. Maribel Silvestre, madre del alumno de cuatro años Juan Felipe, hace un balance del último curso: “mi hijo ha aprendido bastante, pero lo traigo aquí porque los tienen separados por años y porque el ambiente es muy agradable y mi hijo ya no me dice que no quiere venir al colegio”.

Aporta otro dato clave de las ventajas de este centro: “si no hubiese este colegio, no podría llevar al niño desde tan pequeño a clase porque los otros nos quedan muy lejos y no tengo recursos para desplazarlo”. Acercar la educación a la comunidad y que los padres lo vean como un proyecto suyo es otro factor que ayuda a la lucha contra la elevada tasa de ausentismo escolar de Villa el Salvador.

lunes, 11 de julio de 2011

Yancana Huasy: El sueño es la inclusión

El centro ofrece atención integral a personas con discapacidad en riesgo de exclusión social
Imagen: Wilson Morales

Natalia Puga, Lima (Perú).- Yancana Huasy no es un nombre casual. Las primeras madres que en 1981 acudieron al centro que abrió la congregación Santa Cruz en San Juan de Lurigancho decidieron apodar estas primeras instalaciones ‘Casa de Trabajo’ en la lengua nativa de la mayoría de ellas, el quechua.

Desde entonces, aquel humilde salón en el que empezaron a organizarse talleres para dar apoyo a las personas con discapacidad del Pueblo Joven Huáscar y los poblados aledaños ha crecido mucho y los sucesivos directores del proyecto han querido darle un nombre más identificativos del trabajo que albergan sus paredes. Era tarde. La ‘Casa de Trabajo’ ya era una iniciativa muy arraigada en la comunidad.

Esta implicación de la población de San Juan de Lurigancho con Yancana Huaasy y de los trabajadores del centro con sus beneficiarios es, para su actual director, José Antonio Patrón, la clave del éxito que les ha convertido en referencia en su campo en todo el país y el secreto de su supervivencia, con la colaboración de entidades del ámbitos social tanto peruanas como españolas, en especial de Ayuda en Acción.

“Lo que nosotros hacemos es trasmitirles a todos el sueño. Niños, padres, trabajadores … todos lo comparten. Y el sueño es la inclusión”, explica minutos antes de “cerrar el kiosko”, el momento del día en el que, después de diez o hasta doce horas de ajetreadas gestiones, el último trabajador deja las instalaciones y él echa la llave.

Tras ocho años como director, ya ve el proyecto muy encarrilado y empieza a ir un poco más allá: pensar en cómo quiere que esté dentro de diez años. La especialización será la clave de ese futuro, pero sin olvidar nunca que Yancana Huasy nació para cubrir unas necesidades básicas a las que las personas con discapacidad de escasos recursos difícilmente podrían acceder y que ellos son meros canalizadores de herramientas para que los usuarios potencien sus habilidades y sus familias aprendan los resortes necesarios para continuar con esta implementación en su casa: “aquí están en una terapia de 40 minutos, pero es en casa donde se hace la verdadera lucha para conseguir la mejora y la inclusión plena en todos los aspectos de la vida”.